sábado, 8 de marzo de 2008

poemas




Poema de Dora Alonso


Quien entienda de caballos que lo aclare de una vez: ¿a qué raza pertenece el caballo de ajedrez? No le gusta el campo, no sabe comer, ni lleva herraduras ni puede correr ¿Qué caballo es ése...? ¿Qué caballo es? Semana Domingo, jazmín. Lunes, azucena. Martes, clavellina. Miércoles, violeta. Jueves, heliotropo. Viernes, madreselva. Con la mariposa el sábado llega, y con esa flor la semana cierra.

POEMA Y ESTRELLA




Poema de Abel J. Fagundo A mi hija Ilén


En busca de aquella estrellapartió la blanca paloma,partió tras la luz, la huellaque en el cielo se le asoma.
Voló y voló la palomaempinándose en su vuelosobre el mar, sobre la loma,ya casi tocaba el cielo.
Ya se veía muy lejos,el tiempo en su prisa andaba,los niños se hicieron viejosy esa paloma volaba.
Aún vemos cómo se alejajunto a la luz que destella,una paloma muy vieja,un poema tras la estrella.

¡POBRE BURRO!




Poema de Gloria Fuertes

El burro nunca dejará de ser burro.Porque el burro nunca va a la escuela.El burro nunca llegará a ser caballo.El burro nunca ganará carreras.
¿Qué culpa tiene el burro de ser burro?En el pueblo del burro no hay escuela.El burro se pasa la vida trabajando,tirando de un carro,sin pena ni gloria,y los fines de semanaatado a la noria.
El burro no sabe leer,pero tiene memoria.El burro llega el último a la meta,¡pero le cantan los poetas!
El burro duerme en cabaña de lona.No llamar burro al burro,llamarle “ayudante del hombre”o llamarle persona.

PINTORCITO



Poema de Carlos Marianidis

Por el río celestevienen los patosy en mi blanca paredrecién pintada,tus garabatos.
Allí se acerca un tigrecon mucha astuciay en mi blanca pared,recién pintada,tu mano sucia.
Colorido y alegreva un camaleóny en mi blanca pared,recién pintada,va tu crayón.
La gaviota sus alasbate que batey en mi blanca paredrecién pintada,tu chocolate.
¡No te rías de mí!¡No es lo más lógicoque en mi blanca pared,recién pintada,haya un zoológico!

PASTORCITA



Poema de Rafael Pombo


Pastorcita perdió sus ovejas

¡Y quién sabe por dónde andarán!

—No te enfades,

que oyeron tus quejas Y ellas mismas bien pronto vendrán.

Y no vendrán solas, que traerán sus colas,

Y ovejas y colas gran fiesta darán.

Pastorcita se queda dormida, Y soñando las oye balar.

Se despierta y las llama enseguida,

Y engañada se tiende a llorar.

No llores, pastora,

que niña que llora Bien pronto la oímos reír y cantar.

Levantóse contenta,

esperando Que ha de verlas bien presto quizás;

Y las vio; mas dio un grito observando Que dejaron las colas detrás.

Ay mis ovejitas ¡pobres raboncitas!

¿Dónde están mis colas?

¿no las veré más?

Pero andando con todo el rebaño Otro grito una tarde soltó,

Cuando un gajo de un viejo castaño Cargadito de colas halló. Secándose al viento, dos, tres, hasta ciento, Allí unas tras otra ¡colgadas las vio!

Dio un suspiro y un golpe en la frente,

Y ensayó cuanto pudo inventar, Miel,

costura, variado ingrediente,

Para tanto rabón remendar;

Buscó la colita de cada ovejita

Y al verlas como antes se puso a bailar.

PARA DORMIR A LOS MUÑECOS



Poema de Gloria Fuertes

Duerme, «Rosquillita»,que ya son las ocho,

ni una oveja bala, ya duerme Pinocho,

hasta el ríose ha quedado dormido,

encogido en el pozo.
Duerme, «Marmolejo», que ya son las nueve,

ni un pájaro píani un árbol se mueve,

hasta el vientose ha quedado dormido porque ha visto que llueve.
Duerme, «Canutillo»,que ya son las diez,

ni una rana cantani queda un ciempiés,

hasta el grillose ha quedado dormido, dormido de pie.

PÁJARO LOCO




Poema de María Elena Walsh

Pájaro loco,

toca la flauta,

la primavera come naranjas.
Pájaro loco,

fuma la pipa,

la primavera viene de prisa.
Pájaro loco,

sube la rama,

la primavera vendrá mañana.

NIÑO QUERIDO




Poema de Francisco Luis Bernárdez


Niño querido: ya viene el sueño por el camino de los luceros. Ya se sienten galopar sus caballos de cristal. El sueño cruza tierra dormidas, y de repente dobla tu esquina. Por tu calle ya se ve su carroza de papel. Niño querido: el sueño avanza y se detiene frente a tu casa. Ya levanta tu aldabón con su mano de algodón. Ya se oye al grillo que, con su llave, le abre la puerta para que pase. Y el viajero llega a ti con su paso de alelí.

MILONGA DEL HORNERO



Poema de María Elena Walsh

Pasto verde, pasto secoen San Antonio de Areco.
El hornero don Pericohace barro con el pico.
Un gorrión pasa y saluda:—¿No necesitan ayuda?
—No precisamos ladrones—le contestan los pichones.
Cuando el nido está acabadodan un baile con asado.
Doña Perica la hornerabaila zamba y chacarera.
Vuelve el gorrión atorrantevestido de vigilante.
Haciéndose el distraídoroba miguitas del nido.
—¡Papá! —gritan los pichones—,¡han entrado los ladrones!
Don Perico ve al gorrióny lo obliga a ser peón.
Doña Perica lo llamay lo obliga a ser mucama.
Los pichones, de niñeraque les dé la mamadera.
El gorrión lava y cocina,barre, plancha, cose y trina.
Miren miren qué primor,un ladrón trabajador.

MI ABUELA ES UN HADA



Poema de Gloria Fuertes

Mi abuela Marianatiene una cana,cana canariera.
Mi abuela Marianame cuenta los cuentossiempre a su manera.
Yo la quiero mucho,yo la quiero tanto...me ducha, me peinay me lleva al campo.
Me enseña canciones,me ayuda a estudiar,dice poesías,solemos jugar.
Luego por la noche,mi abuela me vela, un cuento me cuenta y cuando me duermo,apaga la vela, Mariana mi abuela.
Mi abuela Mariana,de paja el sombrero,el traje de pana,mi abuela Mariana,no parece abuelaque parece un hada.

MAÑANA DOMINGO





Poema de Germán Berdiales


Mañana domingo se van a casarla paloma blancay el tero real. A la palomitala apadrinarála mamá palomay el pato cuacuá.Padrino del noviosu padre seráy será madrinala garza real.Formando parejasallí se veráncon una calandriapasar un zorzal,un tordo con una paloma torcazy una capetonacon un cardenal.Y desde la ramaque será el altarun pechito rojolos bendecirá.

MARÍA CARACOLITO




Poema de Pipo Pescador


María caracolitocamina lentocomo un barco de velacon poco viento.
María caracolitohabla cerrado;ya aparecerá la llavedel candado.
Como pétalo que caede una rosa,asoma su lengüitasilenciosa.
Bailan, juegany pintan un garabato.Todos en un instante.Ella en un rato.
Los ojos tras los lentesde cristal,son botones de nácaren su ojal.
María caracolitocamina y no vuela.Tal vez le crezcan alasen la escuela

MARCELO CARAMELO



Poema de Carlos Marianidis


Marcelo Carameloríe a un metro del suelo.Él viene cada díaaunque el agua esté fría,porque tiene un barquitode madera y trapitoque al renacuajo espantay a las ranas encanta,pues siempre asoma algunaque desde la lagunada un salto hasta el veleroy hace de marineroy hasta es seguida a vecespor tres o cuatro peces,que aunque no tengan patasjuegan a ser piratas.
Marcelo Caramelotiene ojos de cielo;por eso, cuando mirasu barco, todo giray la madera —al fin—se vuelve bergantíny el trapito, una velaque con el viento vuela.
Yo me siento en un bordedel agua hasta que engordela vela con la brisay el barco zarpe, a prisa.
—¡Saludos, Capitán!Las hormigas estándespidiendo al pequeñocon pañuelos de sueñoy, bajo las sombrillashechas de manzanillas,caminan a la pardel barco que va al mar...

LOS REYES



Poema de Gloria Fuertes

El león es el rey de la selva.El gol es el rey del fútbol.El sol es el rey del día.El mosquito es el rey de la noche.El cocodrilo es el rey del río.El camello es el rey del desierto.El tiburón es el rey del mar.El avión es el rey de las nubes.El rayo es el rey de la tormenta.El malo es el rey del tormento.El astronauta es el rey del cielo.¡El niño es el rey de la Tierra!

LOS PÁJAROS NO TIENEN DIENTES



Poema de Gloria Fuertes

Los pájaros no tienen dientes,Con el pico se apañan.
Los pájaros pescan pecesSin red ni caña.
Los pájaros, como los ángeles,Tienen alas.
Los pájaros son artistasCuando cantan.
Los pájaros colorean el airePor la mañana.Por la nocheSon músicos dormidosEn las ramas.
Da pena ver a un pájaro en la jaula.

LOS DOS AMIGOS




Un enano y un gigantese encontraron una vez.Al principio se trataroncon mucho “servir de usted”.El enano se empinabacon ganitas de crecer,y el gigante, agachadito,lo escuchaba lo más bien.
Pero, pasando unos días,se acabó el trato cortés.Al gigante, la cinturase le estaba por romper,y al enano le dolíanlas puntitas de los pies.Desparejas amistadeseste fin suelen tener.


Poema de Germán Berdiales

sábado, 1 de marzo de 2008


Tengo una muñecavestida de azul,
camisita blancacon su canesú.
La saqué a paseoy se constipó,

la puse en la camacon mucho dolor.
Dos y dos son cuatro,cuatro y dos son seis

,seis y dos son ochoy ocho diez y seis.
Ocho veinticuatroy ocho treinta y dos.
¡Anima bendita!Me arrodillo en vos.

(canto)

JOSÉ SE LLAMA EL PADRE


(Canción de nunca acabar)


José se llamaba el padre,

y Josefa la mujery tenían un hijitoque se llamabaJosé se llamaba el padre,

y Josefa la mujer,

y tenían un hijitoque se llamabaJosé se llamaba el padre.

MAÑANA DOMINGO


Mañana, domingo,se casa Benitocon un pajarito.
-¿Quién es la madrina?

-Doña Catalinarebozo de harina.

-¿Quién es el padrino?

-Don Juan Botijóncabeza de terrónBocha de melón,

patas de azadón.


(canto)

MI SEÑOR DON GATO




Mi señor don gatohoy amanecióenfermo postradopor hondo dolor,su esposo alarmada,llena de aflicción,dispuso que a escape,viniera el doctor.
Unas quince ratasdiz que devoró;más, claro, le vinoseria indigestión.Si a morir llegase¡no lo quiera Dios!él tendría la culpaporque fue glotón,miau, miau, miauporque fue glotón






(canto)

AL NIÑO BONITO




Al niño bonito


¿Qué le daré?


Un conejitoque ayer pillées muy mansito,


no sabe morder.


Aquí se lo traigo,


para que jueguecon su merced.




(canto)

SEÑORA SANTA


- Señora Santa Ana,¿Qué dicen de vos?

-Que soy soberanaabuela de Dios.
- Señora Santa Ana,¿ por qué llora el niño?

- Por una manzanaque se le ha perdidodebajo la cama.
- Vamos a mi quinta,yo te daré dos:una para el Niñoy otra para vos,
Señor San José,Alférez mayor,Bate la bandera,que pase el Señor
- Señora Santa Ana,toque la campana,¿ por qué llora el Niño?

- Por una manzanaque se le ha caídodebajo la cama.
- Vamos a mi cuarto.Yo te daré dos:una para el Niñoy otra para vos.


(canto)

SAN JOSÉ Y LA VIRGEN




San José y la Virgeny Santa Isabelandan por las callesde Jerusalén,preguntando a todosdel Niño Jesúsque vaga cansadode cargar la cruz.
-¿Por qué llora el niño?¿Por qué llora el sol?-Por una manzana,que se le ha perdidodebajo la cama.
-Duérmete, mi niño,yo te daré dos:una para el niñoy otra para vos.




(canto)

ESTE NENE LINDO


Este nene lindo se quiere dormir,

y el pícaro sueñono quiere venir.
Este nene lindoque nació de noche,

quiere que lo llevena pasear en coche


(canto)

A RRORRÓ MI NIÑO


Arrorró mi niño,arrorró mi sol,arrorró pedazo,de mi corazón.
Este niño lindoya quiere dormir;háganle la cunade rosa y jazmín.
Háganle la camaen el toronjil,y en la cabecerapónganle un jazmínque con su fraganciame lo haga dormir.
Arrorró mi niño,arrorró mi sol,arrorró pedazo,de mi corazón.
Esta leche lindaque le traigo aquí,es para este niñoque se va a dormir.
Arrorró mi niño,arrorró mi sol,arrorró pedazo,de mi corazón.
Este lindo niñose quiere dormir...cierra los ojitosy los vuelve a abrir.
Arrorró mi niño,arrorró mi sol,duérmase pedazo,de mi corazón.


(canto)

SOBRE EL PUENTE DE AVIGNÓN


Sobre el puente de Avignón todos bailan y yo también,hacen así...así las lavanderas.
Sobre el puente de Avignón todos bailan y yo también,hacen así ...así las planchadoras.
Sobre el puente de Avignón todos bailan y yo también,hacen así...así los militares.
Sobre el puente de Avignón todos bailan y yo también,hacen así...Así las cocineras.
Sobre el puente de Avignón todos bailan y yo también,hacen así...así me gusta a mí.


(canto)

SE ME HA PERDIDO UNA NIÑA


Se me ha perdido una niña,cataplín, cataplín,
cataplero,se me ha perdido una niñaen el fondo del jardín.
Yo se la he encontrado,cataplín, cataplín,
catapleroyo se la he encontradoen el fondo del jardín.
Haga el favor de entregarlacataplín, cataplín,
cataplerohaga el favor de entregarla,del fondo del jardín.
¿En qué quiere que la traiga,cataplín, cataplín,
catapleroen que quiere que la traigadel fondo de jardín?
Tráigamela en sillita,cataplín, cataplín,
cataplerotráigamela en sillita,del fondo del jardín.
Aquí la traigo en sillita,cataplín, cataplín,
catapleroaquí la traigo en sillita,del fondo del jardín.
(canto)

NIEVE QUE CORTAS PATITA


-Nieve que cortas patita,¿por qué sois mala?

-Yo no soy mala;el sol es malo,me derrite a mí.
-Sol que derrites nieve,nieve que cortas patita,¿por qué sois malo?

-Yo no soy malo;la nube es mala,que me ataja a mí.
-Nube que atajas sol,sol que derrites nieve,nieve que cortas patita,

¿por qué sois mala?
-Yo no soy mala;el viento es malo,que me lleva a mí.
-Viento que llevas nube,nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,nieve que cortas patita,

¿por qué sois malo?
-Yo no soy malo,la pared es mala,que me ataja a mí.
-Pared que atajas viento,viento que llevas nube,nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,nieve que cortas patita,¿por qué sois mala

-Yo no soy mala.



(canto)

MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA


Mambrú se fue a la guerra,¡qué dolor, qué dolor, qué pena!Mambrú se fue a la guerra,no sé cuándo vendrá.
¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!
No sé cuándo vendrá.
¿Vendrá para la Pascua?¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!¿Vendrá para la Pascuao por la Trinidad?
¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!O por la Trinidad.
La Trinidad se pasa,¡qué dolor, qué dolor qué pena!La Trinidad se pasa,Mambrú no vuelve más.
Por allí viene un paje,¡qué dolor, qué dolor, qué pena!
Por allí viene un paje,¿Qué noticias traerá?¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!¿Qué noticias traerá?-Las noticias que traigo,¡qué dolor, qué dolor, qué pena!-Las noticias que traigo,¡dan ganas de llorar!
¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Dan ganas de llorar!
Mambrú ha muerto en guerra.¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!Mambrú ha muerto en guerra,y yo le fui a enterrar.
¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Y yo le fui a enterrar!
Con cuatro oficiales¡qué dolor, qué dolor, qué pena!Con cuatro oficialesy un cura sacristán.
¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Y un cura sacristán.
Encima de la tumba¡qué dolor, qué dolor, qué pena!Encima de la tumbalos pajaritos van,
¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Los pajaritos van,cantando el pío, pío,¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!Cantando el pío, píoel pío, pío, pa.


(canto)

LA FAROLERA


La Farolera tropezóy en la calle se cayóy al pasar por un cuartelse enamoró de un coronel.
Alcen las banderaspara que pase la Farolera.Ponga la escalera y encienda el farol.
Después de encendidose puso a contary todas las cuentas salieron cabal.
Dos y dos son cuatro,cuatro y dos son seis,seis y dos son ochoy ocho dieciséis,y ocho veinticuatro,y ocho treinta y dos.Ay, niña bendita,me arrodillo en vos.



(canto)

CUCÚ, CANTABA LA RANA



Cucú, cucú,cantaba la rana,Cucú, cucú,debajo del agua. (*)
Pasó un marinero,Cucú, cucú,llevando romero.Cucú, cucú,pasó una criada,Cucú, cucú,llevando ensalada.Cucú, cucú,pasó un caballero,Cucú, cucú,con capa y sombrero.Cucú, cucú,pasó una señora,Cucú, cucú,llevando unas moras.Cucú, cucú,le pedí un poquito;Cucú, cucú,no me quiso dar.Cucú, cucú,me puse a llorar.
Esta ronda infantil para niñas, en que se hace un círculo con una adentro que elegirá ante quién se arrodillará, tiene varias versiones, aunque todas de contenido similar, y es muy conocida
.
(canto)

BUENOS DÍAS



Muy buen día, su señoría
-Muy buen día, su señoría.-Mantantiru-Liru-Lá!-¿Qué quería su señoría?-Mantantiru-Liru-Lá!-Yo quería una de sus hijas,-Mantantiru-Liru-Lá!-¿Cuál quería su señoría?-Mantantiru-Liru-Lá!-Yo quería la más bonita,-Mantantiru-Liru-Lá!¿Y qué oficio le pondremos?-Mantantiru-Liru-Lá!-Le pondremos de modista,-Mantantiru-Liru-Lá!-Ese oficio no le agrada,-Mantantiru-Liru-Lá!-Le podremos de pianista,-Mantantiru-Liru-Lá!-Ese oficio no le agrada.-Mantantiru-Liru-Lá!-Le pondremos de cocinera.-Mantantiru-Liru-Lá!-Ese oficio no le agrada.-Mantantiru-Liru-Lá!.............................-Le pondremos de princesita.-Mantantiru-Liru-Lá!Ese oficio sí le agrada,-Mantantiru-Liru-Lá!-Celebremos todos juntos.-Mantantiru-Liru-Lá!
(canto)

sábado, 23 de febrero de 2008

HANSEL Y GRETEL



Padre se había ido al pueblo para ver si encontraba trabajo.
Nuestra madrastra nos empujó hacia la puerta.
-Hala, vosotros al bosque. En casa no hay nada que comer, así que largaos de aquí y no volváis sin traer algo para la cena.
Mi hermana Gretel me agarró de la mano y echamos a andar por el sendero.
-Si padre hubiera estado en casa no la hubiera dejado echarnos. En el bosque no vamos a encontrar nada para la cena. Ella lo sabe y lo que quiere es que no volvamos.
-Calla, no digas eso. A lo mejor encontramos algo de comer -me consoló mi hermana Gretel.
El sol había ido subiendo en su camino por el cielo. Ya era mediodía. Estábamos cansados y nos sentamos sobre la hierba.
Un rayo de sol nos calentaba y nos quedamos dormidos.
Gretel me despertó:

-¡Hänsel, Hänsel, hermanito, levántate! Está cayendo la tarde y pronto será de noche.
Hacía frío y pensamos en volver a casa. Ya no nos importaba que la madrastra se enfadara y nos riñera o que nos pegase. Pero estábamos perdidos y no sabíamos encontrar el camino.
Anduvimos otra vez sendero adelante. Nos sentíamos cansados. Hacía frío; y el bosque de noche nos daba mucho miedo. Me agarré bien fuerte de la mano de Gretel y procuré que no se me notase lo asustado que estaba.
Estaba a punto de echarme a llorar, cuando Gretel me dijo.
-Mira, allí hay una lucecita. Nos acercaremos para ver si encontramos a alguien que nos quiera ayudar.
La lucecita brillaba dentro de una casa que había en un claro del bosque.
Nos apoyamos en el borde de la ventana para mirar dentro de la casa y noté en la boca un sabor dulce.
-¡Gretel, esta casa está hecha de chocolate!
Gretel probó también un trocito de pared y luego otro y otro. Los dos comimos sin parar hasta que oímos una voz que nos invitaba:
-Entrad, entrad, niños. Dentro de casa guardo cosas más ricas.
Y entramos en la casa y nos encontramos con una vieja que nos miraba sonriendo con su boca sin dientes.
-¡Qué bien, dos niños! ¡Con lo que a mí me gustan los niños! Pero ¡qué delgaditos estáis! Bien, yo haré que engordéis. Especialmente tú, pequeño, que pareces el más tierno.
No me gustó nada la mujer ni tampoco me gustó nada lo que decía; pero nos preparó una buena cena y luego nos enseñó el sitio donde podíamos dormir.
-Tú dormirás en esta alfombrilla cerca del fuego -le dijo a Gretel-. Y tú te acostarás en esa jaula en la que antes dormía mi pavo real.
No me gustaba dormir en una jaula, pero como tenía el suelo cubierto de paja seca y limpia y yo estaba muy cansado, me metí dentro.
Por la mañana, cuando me desperté, me encontré encerrado.
-Calla, no grites -me dijo Gretel- la vieja ha salido a buscar leña. Me ha dicho que quiere tenerte ahí encerrado mientras engordas y que luego te comerá asado. Pero no tengas miedo, yo inventaré algo para librarnos de ella.
Me pasé días y días encerrado en la jaula. A todas horas me ofrecía la vieja cosas ricas para comer, pero yo casi no las probaba. A pesar de lo que me había dicho Gretel, tenía miedo, mucho miedo.
Por fin, una mañana, la vieja anunció:
-Hoy es cuando quiero comerte. Prepara el horno Gretel.
Mi hermana echó leña y más leña por la inmensa boca del horno y yo vi las llamas rugir y danzar allá dentro.
-¿Está el horno bastante caliente, Gretel? -preguntó la vieja.
-¿Quiere verlo, señora? -contestó Gretel.
Y cuando la vieja abrió el horno y se asomó, mi hermana la empujó dentro y cerró la puerta.
¡La vieja bruja se había convertido en un penacho de humo negro que salió bufando por la chimenea!
Mi hermana me abrió la puerta y yo salí lo más aprisa que pude.
-¡Vámonos, vámonos pronto de aquí! -dije.
-Espera, ahora ya no corremos ningún peligro y yo sé dónde tiene la bruja escondido su tesoro.
Gretel levantó un ladrillo del suelo y sacó un cofrecito lleno de monedas de oro, perlas y esmeraldas. Lo ató dentro de su pañuelo y se lo cargó a la espalda.
Salimos y caminamos un rato por el sendero del bosque. Pronto llegamos a un río y encontramos un hermoso cisne. Gretel le pidió:
-Amigo cisne, estamos perdidos en el bosque ¿querrías indicarnos el camino de nuestra casa?
El cisne nos dijo que nos sentásemos sobre él y nos llevó río abajo. Al cabo de un rato, se detuvo junto a la orilla.
Saltamos a la ribera y nos encontramos en un camino que conocíamos y que nos llevaba a casa.
-¡Adiós, cisne amigo, muchas gracias! -nos despedimos.
¡Qué alegría se llevó nuestro padre cuando nos vio entrar! ¡Y qué sorpresa, cuando Gretel le enseñó el tesoro de la bruja!
-¿Dónde está la madrastra? -pregunté a mi padre.
-Murió hace días - nos contestó.
Por fin parecía que íbamos a ser felices y a comer perdices, como se dice en los cuentos

UNA VERDADERA PRINCESA






ubo una vez un Rey y una Reina que tenían un hijo. El Rey y la Reina querían que se casase con una Princesa, con una verdadera y auténtica Princesa.
El Príncipe recorrió el mundo en busca de una novia. Visitó muchísimas cortes y en todas había princesas casaderas, pero ninguna le pareció una Princesa tan delicada como la que él quería para esposa.
Así que el Príncipe se volvió a su palacio bastante desanimado.
Y ocurrió que una noche se desencadenó una terrible tormenta. Hubo truenos retumbantes y relámpagos luminosísimos, y un tremendo aguacero cayó sobre la ciudad.
De repente, alguien llamó a la puerta de palacio y el propio Rey salió a abrir, para ver quién podía llegar en medio de aquella espantosa tormenta. Y allí, ante la puerta,encontró a una joven. El agua le chorreaba de la cabeza, le caía por los hombros y la espalda, le empapaba los vestidos y le hacía un charco junto a cada pie.
Tenía un aspecto lamentable.
-¡Soy una Princesa! -dijo la recién llegada.



Y la Reina pensó: "Ya veremos si lo eres o no lo eres".
La invitó a entrar, le dio ropa seca y mandó que le sirviesen una rica cena.
Mientras tanto, la Reina se ocupó de que le preparasen una cama y puso en ella veinte colchones de pluma.
Después de cenar, la Princesa se acostó en aquella cama y la Reina le deseó que pasase una buena noche.
A la mañana siguiente, la Reina volvió a visitar a la Princesa y le preguntó:
-¿Qué tal habéis dormido?
-¡He pasado una noche espantosa! ¡No he podido cerrar los ojos desde que me acosté! En la cama había una cosa terriblemente dura que se me ha estado clavando en el cuerpo cada vez que me movía. ¡Tengo toda la piel llena de cardenales ...!
La Reina sonrió encantada. Ella sabía muy bien lo que había en la cama porque ella misma lo puso la noche anterior. Debajo de los veinte colchones había colocado ¡un guisante!
¡Ésta sí que era una verdadera Princesa! Tan fina, tan delicada y tan exquisita como el Rey, el Príncipe y ella misma deseaban. ¡Ya tenían novia para su hijo!
Así que el Príncipe se casó con esta verdadera Princesa.
El guisante fue guardado en el Real Tesoro para que todo el mundo que quisiera pudiera ir a admirarlo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN

LAS HADAS



Pues yo era una niña mayor.
Y vivía con mi madre y con mi hermana en una hermosa casa situada en las afueras del pueblo.
Mi madre y mi hermana eran tan parecidas que quien veía a una de ellas era como si hubiese visto también a la otra.
Mi madre quería muchísimo a mi hermana; seguramente porque como se parecía tanto a ella ... Las dos eran muy mandonas y tenían un genio terrible. Se enfadaban por cualquier cosa.
A mí no me querían nada.
Mi madre mimaba mucho a mi hermana. A mí, en cambio, me había cargado con todos los trabajos de la casa. Yo barría, fregaba, guisaba, arreglaba las habitaciones, hacía las camas ... Y dos veces al día, por la mañana y por la tarde, tenía que ir hasta el pozo para buscar agua.
Una mañana, cuando fui al pozo con mi cántaro de barro encontré junto al brocal a una pobre viejecita que me dijo:
-Hijita, ¿querrías darme un sorbito de agua? me muero de sed.
-Claro que os lo daré, buena señora -le contesté.
Saqué agua fresca con el cubo, llené mi cántaro y lo sostuve en alto para que la ancianita pudiera beber con más comodidad. Cuando hubo satisfecho su sed, me dijo:
-Tienes muy buen corazón. Habrás de saber que soy un hada poderosa y como premio a tu bondad, quiero hacerte un obsequio. Desde ahora en adelante, cada vez que hables caerán de tu boca flores y piedras preciosas.

Me quedé tan asombrada que no supe que decir. Así que solamente sonreí a la buena viejecita, hice un reverencia, tomé mi cántaro y me volví hacia casa.
En cuanto entré por la puerta, mi madre empezó a gritarme:
-¡Estúpida! ¿Cómo has tardado tanto?
-Perdóname, madre. Me he entretenido hablando con una viejecita que tenía sed.
Entonces sucedió algo extraordinario. por cada palabra que decía, caía de mi boca una flor o una piedra preciosa.
En un momento había tres rosas, dos claveles, cuatro brillantes, una esmeralda y dos rubíes.
-¿Qué es esto, hija mía? -preguntó mi madre.
¡Era la primera vez que me llamaba hija desde la muerte de mi padre!
Le conté lo que me había ocurrido junto al pozo.
-Es preciso que tu hermana consiga un don semejante al tuyo. ¡Hija, hija querida! -llamó a mi hermana.
-¿Qué quieres? ¿A qué vienen esas voces? dijo mi hermana.
-Termina de vestirte, toma el cántaro y ve al pozo a sacar agua -ordenó mi madre.
-¿Ir yo al pozo con el cántaro? ¡Ni pensarlo! ¿Quién te has creído que soy, tu criada? Además, ¿no ha ido ya ésta?
-¡Irás al pozo ahora mismo, aunque tenga yo que llevarte a palos! -amenazó mi madre-. Mira lo que tu hermana ha conseguido con sólo dar un poco de agua a una anciana.
Mi madre mostró las piedras preciosas que habían caído de mi boca cuando hablé.
Mi hermana terminó de vestirse.
-Toma el cántaro -dijo mi madre.
-¿Creerás que voy a pasearme por ahí con un cántaro de barro como si yo fuera una vulgar muchacha? Si tengo que ir al pozo llevaré la jarra de plata ... -contestó me hermana con muy malos modos.
-Bien, lleva lo que quieras, pero sal ahora mismo. Y a ver cómo te portas -le advirtió nuestra madre.
Mi hermana salió hacia el pozo.
-¿Qué haces tú ahí parada como una estúpida? -me gritó mi madre-. Ve detrás de tu hermana. Síguela de lejos para acudir en su ayuda si te necesita.
Y yo salí detrás de mi hermana.
Ella caminó sin prisa hacia el pozo. Y cuando llegó allí, se asomó al brocal y se miró en el agua.
Una señora, espléndidamente vestida, salió del bosque y se acercó al pozo.
-Buenos días, niña. Me muero de sed. ¿Me darías, por favor, un poco de agua en tu jarra?
-¡Claro que no! ¿Piensa usted que he traído mi jarra de plata para dar de beber a la primera desconocida que me lo pida? Si quiere beber, saque agua del pozo, que ahí está el cubo.
La dama se puso seria y dijo en tono severo:
-Eres egoísta y malvada. Éste es el don que te otorgaré: cada vez que hables saldrán de tu boca sapos y culebras.

Mi hermana no se había molestado en sacar agua del pozo. Tomó su jarra y llena de furia se marchó hacia casa. Yo la seguí procurando que no me viera.
En cuanto entró en casa, nuestra madre le preguntó:
-¿Cómo te ha ido, hija mía? Cuéntame qué te ha ocurrido.
-¿Y qué me iba a ocurrir? -contestó furiosa mi hermana.
Entonces, ¡nos quedamos horrorizadas!
Por cada palabra que pronunciaba saltaban de su boca un sapo o una culebra. Mi madre se volvió llena de cólera hacia mí.
-¡Desgraciada! ¿No te dije que acompañaras a tu hermana y tuvieras cuidado de ella? ¿esto es lo que has hecho para ayudarla? ¡Fuera de esta casa! ¡Largo de aquí! ¡No quiero verte nunca más!
Me fui por el camino del bosque. No quería que las gentes del pueblo me viesen llorar.
Y me encontré con una elegante comitiva. Un joven, que montaba un hermoso caballo blanco, me preguntó amablemente.
-¿Por qué lloras, hermosa niña?
Y yo le conté mi desgracia.
Cuando terminé de contar mi historia, el suelo había quedado cubierto de flores y piedras preciosas .
El joven y todos los elegantes señores que le acompañaban me miraban asombrados y hablaban entre ellos en voz baja.
Luego, el joven descendió de su caballo y me habló:
-Soy el Príncipe heredero de este país. ¿Quieres venir a palacio con nosotros? Deseo presentarte a mis padres. Una doncella tan hermosa como tú es muy digna de ser la esposa de un Príncipe.
Me ayudó a montar en su caballo y tomamos el camino del palacio real.






FIN

EL GATO CON BOTAS






Cuando murió el molinero, dejó a sus hijos el molino, un asno y un gato. El hijo mayor se quedó con el molino; el segundo, con el burro y al más joven sólo le quedó el Gato. El hijo menor se lamentaba:
-¿Qué va a ser de mí? ¡Me moriré de hambre...!
-No estés triste, mi amo -dijo el Gato-. Dame un saco y un par de botas para ir por el campo; te demostraré que tu parte de la herencia ha sido la mejor de todas.
Cuando el Gato tuvo el saco y las botas, dijo a su amo:
-Confía en mí. Desde ahora serás el Marqués de Carabás.
El Gato se calzó las botas, se echó el saco al hombro y se fue a un campo donde había muchos conejos.
El Gato con Botas puso hierba fresca dentro del saco, se tumbó al lado haciéndose el muerto y esperó a que algún conejo cayera en la trampa.
Al poco rato, un conejo blanco muy hermoso entró en el saco. El Gato con Botas dio un salto y cerró los cordones del saco, antes de que el conejo pudiera escapar.
Muy orgulloso de su presa, se dirigió al palacio real:
-Traigo un regalo para el Rey.
Cuando le condujeron a su presencia, el Gato hizo una reverencia y dijo:
-Majestad, mi amo el Marqués de Carabás os envía este conejo con sus mejores saludos.
-Dile a tu amo que me agrada mucho su regalo -contestó el Rey.
Al día siguiente, con la misma astucia, cazó unas perdices y también se las llevó al Rey.
Y todos los días, durante varios meses, el Gato con Botas llevó al Rey piezas de caza, de parte de su amo el Marqués de Carabás.
Un día, se enteró de que el Rey y la Princesa iban a salir de paseo por la orilla del río. Entonces, el Gato con Botas dijo a su amo:
-Si seguís mi consejo, podréis hacer fortuna. Sólo tenéis que bañaros en el sitio que yo os diga. Yo me encargaré de todo lo demás.
El joven hizo lo que le aconsejó el Gato. Y cuando el Gato con Botas oyó que se acercaba la carroza del Rey, comenzó a gritar:
-¡Socorro! ¡Que se ahoga mi amo, el Marqués de Carabás!
Al oír los gritos, el Rey asomó la cabeza por la ventanilla y ordenó a sus guardias que salvaran al Marqués de Carabás. Mientras tanto, el Gato le explicaba:
-Majestad, mi amo se bañaba en el río, cuando llegaron unos ladrones y le robaron toda su ropa...
-No te preocupes -dijo el Rey-; un paje irá a palacio para buscar uno de mis mejores vestidos.
Cuando el Marqués de Carabás se puso el traje del Rey, tenía tan buen aspecto que la Princesa, nada más verlo, se enamoró de él. Entonces, dijo el Rey:
-Querido Marqués, ¿deseáis acompañarnos en nuestro paseo?
Antes de que el joven abriera la boca, exclamó el Gato:
-Suba a la carroza, mi señor. Yo me adelantaré para arreglar todos vuestros asuntos.
El Gato con Botas echó a correr delante de la carroza y, muy pronto, la perdió de vista. Corriendo, corriendo, llegó junto a una cuadrilla de cincuenta segadores que segaban un prado inmenso.Antes de seguir su camino, dijo a los segadores:
-Segadores, si no decís al Rey que estos campos pertenecen al Marqués de Carabás, os sacarán la piel a tiras.
Más adelante, el Gato se encontró con unos labradores que estaban cosechando un campo de trigo y les dijo lo mismo que a los segadores. Y lo mismo a todas las personas que se encontraban en todos los campos.
Finalmente, el Gato con Botas llegó al hermoso castillo de un Ogro, que era dueño de todas las tierras que había recorrido.
El Gato con Botas llamó a la puerta y, cuando estuvo delante del Ogro, le dijo:
-Señor, he venido hasta aquí atraído por vuestra fama. Me han dicho que tenéis el poder de convertiros en toda clase de animales...
El Ogro rió y dijo:
-¡Es cierto! Para demostrártelo, me convertiré en león.
El Gato se asustó cuando vio al león allí delante, y trepó hasta el alero de un tejado.
Cuando el Ogro recobró su forma, el Gato descendió y le dijo:
-Perdonad mi atrevimiento; pero lo que yo dudo es que podáis convertiros en un animal pequeño. Por ejemplo, en un ratón...
-¿No lo crees...? -dijo el Ogro riendo-. ¡Ahora verás!
En un momento, el Ogro se convirtió en ratón y se puso a correr por el suelo. Entonces, el Gato con Botas se arrojó sobre él y se lo comió.
Mientras tanto, el Rey había preguntado a todos los que encontraba quién era el dueño de aquellos campos.
Los segadores, los cosechadores, los viñadores y todas las gentes que trabajaban los campos le dijeron lo mismo:
-Son del Marqués de Carabás, Majestad.
Cuando llegaron frente al castillo del Ogro, el Rey mandó detener la carroza y preguntó:
-¿A quién pertenece este castillo?
Entonces, apareció el Gato con Botas, que todavía se estaba relamiendo los bigotes; hizo una reverencia muy gentil y dijo:
-¡Majestad, sea bienvenido al castillo del Marqués de Carabás!
Todos entraron en el salón principal, donde les aguardaba una magnífica cena, que el Ogro había encargado para sus amigos.
El Rey estaba muy contento de la simpatía y de las posesiones del Marqués; por eso, al ver que su hija estaba enamorada de él, dijo:
-He decidido concederos la mano de la Princesa.
Al día siguiente la Princesa y el Marqués se casaron.
El Gato con Botas se convirtió en un personaje muy importante y, a partir de entonces, no persiguió a los ratones más que para divertirse.
FIN